El patriarcado no se rige por las leyes físicas del mundo tangible y la lógica formal, sino que está sujeto a particularidades dignas de estudio similares a las descubiertas a raíz de los quarks y los spin.
Sólo de este modo es posible explicar que una servidora vaya caminando por la calle, y un observador pueda juzgar que soy «preciosa«, pero al momento siguiente opine que «no soy tan guapa y no debería creérmelo tanto«. Por lo visto, el mero hecho de replicar al observador que «no me gusta que los desconocidos opinen sobre mi cuerpo» altera las propiedades materiales y físicas del mismo haciéndolo mucho menos bello y atractivo (siempre en base a criterios que otros como él han determinado).
De forma análoga a lo que ocurre con el famoso Gato de Schrödinger (que si vivo o que si muerto) resulta imposible saber si cada noche que salgo de fiesta voy a ser una «puta» o una «puritana«. La teoría dice que seré ambas cosas (simultáneamente) hasta que un tío me entre en el pub mientras estoy tranquila bailando a mi bola y, sólo entonces, la superposición de escenarios cuánticos posibles se concretará. (Sí, básicamente todo viene dependiendo de si le doy bola o no).